domingo, 29 de marzo de 2009

UNA HISTORIA PARA PENSAR




Nuestra Señora de la Candelaria no es la misma, el centro que empezó a crecer alrededor de la Plaza Mayor, hoy Parque Berrio, es un amplio laberinto de colores y sabores, que delatan una ciudad que crece sin descanso ni consideraciones. La emoción y la curisiodad que generó ver el primer automóvil en Medellín, hoy no es anzanzable por las nuevas generaciones que cada vez se asombran menos por la cantidad de estímulos externos.

El afán de industrializar la ciudad hizo que los fundadores fueran expertos desde el comienzo en el arte del olvido. Los incendios "accidentales" ocurridos en varias ocasiones en la ciudad son un claro ejemplo de cómo el progeso fue la prioridad para el desarrollo del lugar.

Medellín es hoy una ciudad compleja y diversa, sus manifestaciones son amplias y la vitalidad de sus gentes traspasa límites. El centro se mantiene todavía como punto central, donde se reune lo religioso, lo económico, lo político y por supuesto, lo social. Es un espacio donde llegan todos los rostros de la ciudad, que se ha creído emprendedor y pujante pero que la mayoría de las veces se torna vivo y ambicioso.

Sin embargo el precio del progreso fue la pérdida de la memoria arquitectónica de nuestras calles. Hoy son muy pocas las estructuras que se mantienen en pie. Casi todas desaparecieron con el tiempo o están en estado agonizante. Medellín siempre cambia pero cada vez más, se convierte en una ciudad que sólo tiene historia en los libros.

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