
Hace dos décadas las cantadoras de bullerengue salían a cantar por las calles del pueblo y cuando llegaban a una casa, el dueño debía salir con una botella de ron y unirse a la celebración. Entonces la música se trasmitía de padres a hijos y era considerado música de viejos. Hoy, aunque las calles han sido reemplazadas por escenarios; el bullerengue sigue con vida y todas las generaciones lo disfrutan.
Antes era fácil encontrarlas en las riveras del río pescando y lavando ropa, cargando madera, cocinando y criando decenas de hijos. Hoy son las divas vivas más reconocidas del bullarengue en Colombia. Ellas, Etelvina Maldonado, Martina Camargo, Eustaquia Amaranto, Manuela Torres, Graciela Salgado y Petrona Martínez estuvieron en Necoclí en el Festival Nacional de Bullerengue para cantar lo que más les gusta.
El bullerengue, el mismo que convirtió en lugar de encuentro la plaza Principal de Necoclí, surgió en Palenque de San Basilio en el siglo XVII. Desde allí se expandió hacia otros municipios del Caribe como María la Baja, Puerto Escondido y Necoclí, donde se convirtió en una fiesta callejera. Era una danza ritual que se realizaba cuando las mujeres llegaban a la pubertad y estaban aptas para procrear.
El Tun, tun tun de los tambores, le da vida a las flores que empiezan a moverse en los vestidos de las bailadoras que se mueven de un lado al otro, mientras las cantaoras golpean el piso con sus pies descalzos. Tun tun tun, una conexión con los antepasados, con los esclavos cimarrones que llegaron de África a San Basilio de Palenque. Tun tun, con las abuelas que enseñaron a cantar bullerengue. Le lere lere lele…el orgullo de ser negras, de ser trabajadoras.
me encanta
ResponderEliminarse siente la musica en sus palabras