Las calles de Medellín son testigo, cada tanto, en las aceras y las esquinas de cómo la ciudad ofrece puestos improvisados de alimentos que no tienen mesas ni meseros pero que pueden ser más amenos que cualquier restaurante, donde se hace honor a los más tradicionales platillos, con lo que se alimentaron padres y abuelos y que poco a poco empiezan a ser rechazados por los jóvenes que interesados en costumbres importadas, desconocen la comida que disfrutaron tantas generaciones.
La magia de los sabores de la calle es su carácter rápido y efímero, no hay tiempo para utilizar cubiertos ni platos adecuados, aquí el cartón y el Icopor son los materiales principlaes que reemplazan la impecable vajilla. Los sabores aunque pasan rápido por la boca, en ocasiones pueden dejar como recuerdo un aroma imborrable en las manos al menos por las primeras horas.
Somos hijos del maíz, con él crecimos y nos seguimos alimentando: las arepas aunque no le roban el puesto urbano a las empanadas, son de los alimentos más comúnes que ofrece esta popular gastronomía. Usted puedo conseguir arepas de chócolo con quesito, de queso con un dulce que neutraliza la sal de la primera o la tradicional con mantequilla y cualquier acompañante, que va desde un trozo de morcilla hasta una carne de hamburguesa.
Los dulces también pelean por su espacio y se ofrecen de diferentes sabores, texturas y colores. Si tiene sed puede calmarla con un "raspao" de hielo donde se dibuja una arco iris que se derrite con el sol. Un postre divertido puede ser el algodon de azúcar que desaparece al tocar la lengua y se asemeja a nubes dulces entrando por la boca.
La calle es un banquete donde usted puede elegir entre muchas opciones que no tienen espacio para lo "light" bajo en aúcar o en grasa pero sí para deliciosas preparaciones que dejan conocer esta Ciudad por medio de sus más representativos sabores.
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